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Charla Manuel Trujillo y Azucena Losana
Río de Janeiro
Julio 09, 2018
¿Cual fue tu acercamiento al cine experimental?
En 2004 Doris Steinbichler me invitó a participar en las performances que recién arrancaba junto a Manuel Trujillo y Rafa Balboa en el colectivo de cine expandido "La Trinchera Ensamble". Ahi trabaje por primera vez en performances de improvisación audiovisual con proyectores analógicos y músicos en vivo. Usaba un retroproyector y proyectores de diapositivas con objetos. Al grupo se fueron sumando varios artistas y musicos invitados. En Buenos Aires me acerqué al súper 8 y al found footage a partir del taller de Claudio Caldini en 2011.
¿Como describirías tu trabajo?
Me gusta aproximarme a la luz de muchas formas. Por un lado filmo en super 8 y 16mm cortometrajes que en su mayoria son editados en cámara y revelados por mi. También trabajo con piezas de performance con films encontrados y/o intervenidos en el laboratorio y donde además opero en vivo la proyección y lo sonoro. Están también las instalaciónes, que consisten en pequeñas maquinarias de luz que construyo o hackeo desde la transparencia y la precariedad.
Creo que toda la obra experimenta con formas de modificar la temporalidad y como esta afecta la forma en que observamos. Hay una obsesión muy irónica y nostalgica por capturar lo que parecería estar condenado a la pérdida, como en la fragilidad de la degradación de "Colibrí", en la delicada manipulación de "Neón" o en la maquinaria de cartón devenida en una animación analógica de la instalación "GIF".
¿Cual fue tu primer proyecto?
"Loco" (Paparazzi III) es un video de 2008 con el que por primera vez me sentí liberada del formato documental, operando (sin querer) de otra manera sobre la imagen y el sonido. Desde ahi partió mi primer corto en super 8 "El Guaraches" y mi primeras performances "Colibrí" y "Jinetes"
¿Consideras que hay un movimiento de cine experimental Mexicano?
Nos precede una generación de cineastas que filmaban de manera independiente gracias a las ventajas de los formatos reducidos y que fueron criticados por alejarse del compromiso político y social que ocupaba a los documentalistas Latinoamericanos. Mientras tanto en el resto de Norteamérica y Europa se seguía definiendo una escuela experimental a la que casi nadie tenía acceso en México. Nuestra generación ha aprendido de extranjeros que han compartido generosamente sus saberes como Naomi Uman y Jesse Lerner, y de los Mexicanos que han vivido en el extranjero. Creo que más alla de las etiquetas talibanas de género, la escena Mexicana actual es la reinterpretación de toda esta data externa (a la que ahora todos tenemos acceso más facilmente), pero también del trabajo colectivo y organizado de los artistas/gestores que cada vez están más presentes en los festivales, y las redes virtuales del cine experimental